Voces de artesanas en la Pandemia: Eustaquia Quispe

Voces de artesanas en la Pandemia: Eustaquia Quispe

A sus 66 años, Eustaquia Quispe ha afrontado con paciencia y resignación la larga cuarentena que paralizó el trabajo artesanal de las tejedoras de su provincia Canchis, en el Cusco. Allí, en la comunidad de Chari, distrito de Checacupe, Eustaquia pasa sus días aguardando a que todo vuelva a ser como antes y pueda seguir comercializando sus hermosos tejidos. 

En ese obligado encierro le acompaña su esposo, Emilio Cahuascanco Huaytia, un esforzado agricultor de 73 años que, a pesar de su edad, no ha sido beneficiado por la Pensión 65 ni por otro apoyo material de parte del Estado. Junto a Eustaquia y Emilio está con ellos su hijo Alex (26), un joven agricultor que, siendo también chofer, no puede trabajar por la cuarentena. Los tres transcurren así esta rutinaria experiencia, comiendo el maíz, la papa y las verduras que ellos mismos producen, además de la canasta de víveres con azúcar, arroz, lentejitas y otros alimentos que les sirvieron para variar los sabores del almuerzo.

Eustaquia tiene varios hijos en Lima, de los que tampoco sabe mucho por la distancia y los problemas de comunicación. Allí, en la comunidad de Chari, casi no hay internet y sólo llega la señal de un solo canal de televisión. Milagrosamente, una vecina pudo sintonizar, vía Facebook, una asamblea de artesanos y tejedores que se realizó en el Cusco y Eustaquia Quispe logró participar en este evento y hacer saber los problemas que el COVID 19 ha provocado en esa histórica provincia de Canchis donde los ponchos, llicllas, chalinas, chuspas, portacelulares y cojines de lana de alpaca o de oveja que las mujeres realizan, duermen el sueño de los justos al haberse cancelado todas las ventas. 

Eustaquia es una de las 55 mujeres artesanas que conforman la asociación de tejedoras Inkakunaq Ruwaynin (“Hecho por los Incas”) que abarca tres comunidades de la provincia cusqueña de Calca (Choquecancha, Huarán y Cachin) y una de Canchis (Chari). Si bien Eustaquia aprendió a tejer de su madre Nicolasa Pucho, fue en el 2004 cuando empezó a ser capacitada en el Centro Bartolomé De las Casas para perfeccionar las técnicas artesanales textiles, ampliando así sus conocimientos en el escarmenado de la fibra, el hilado y el teñido con colores naturales, tal como se realiza en el Cusco desde tiempos inmemoriales. 

Los bellos productos de Eustaquia y de sus compañeras tejedoras se expendían en la tienda de la asociación Inkakunaq Ruwaynini donde el Centro Bartolomé de Las Casas les alquila un local subsidiado, ubicada en la céntrica avenida Tullumayo N° 274 del Cusco, y además salían al extranjero, cuando surgió de pronto la pandemia y el negocio quedó a la espera. Sin turistas, la producción artesanal de la región de los Incas ya no puede ser exhibida ni distribuida. Eustaquia reconoce que las artesanas de la asociación se encuentran muy tristes y preocupadas por esta cuarentena, pero están seguras que el Cusco volverá a florecer, continuando así con la tradición textil andina. Y además, a pesar de sus 66 años, Eustaquia aún mantiene sus deseos de aprender más, de perfeccionarse y de seguir sacando adelante a su familia gracias a su talento manual y textil con el que ha nacido. 

Periodista: Juan Ocho López

Participante del Proyecto de Centro Bartolome de Las Casas, que es parte del Grupo de Impulsor la Artesanía (ASPEm, Cenca,  Innovar y Compartir y el SER )

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